Latinoamérica al mundo México
Cristo es la verdadera señal de unidad y desde su principio, el Señor nos ha desafiado al trabajo en equipo. José Miguez Bonino nos recuerda que «la misión puede ser el principio material de nuestra unidad». La cooperación en la tarea práctica de la misión es el primer paso hacia una unidad más profunda.
Para que exista la cooperación se necesita haber cumplido con un nivel de confianza que es muy difícil de edificar cuando alguien se muestra autosuficiente. La belleza de la encarnación es que Jesucristo siendo por naturaleza Dios se «rebajó» voluntariamente para estar entre nosotros.
En principio, la respuesta que tenemos es que debemos relacionarnos. El problema surge cuando despreciamos la relación de unos con los otros. Debemos tener unanimidad con los planes del Padre. Esta unanimidad con Él nos habla de un mismo sentir y parecer (Filipenses 2.1-11). Nos habla de perdonarnos, de humillarnos, de entender y comprender nuestras diferentes culturas y ayudarnos mutuamente.
No hay nadie superior, ni nadie inferior. Significa también que debemos construir mejor nuestro puente de comunicación. Una relación cara a cara. Esta relación mata al correo electrónico. Nuestro problema es que muchas veces despreciamos la relación cara a cara. Como siervos, nuestra presencia, nuestro compromiso, nuestra flexibilidad y cooperación son indispensables. Debemos enriquecer el diálogo entre todo el cuerpo de Cristo: la iglesia global.
No hay Norte o Sur, Este u Oeste, lo que hay es «un solo cuerpo». Cuando servimos en medio de la cooperación podemos decir como el apóstol dijo de Epafrodito: «Es una ofrenda fragante, un sacrificio que Dios acepta con agrado» (Filipenses 4.18).
-Alcance del Desafío
«Finalmente, tenemos que confesar que la pérdida de la unidad eclesial no es sólo una molestia sino un pecado. La unidad no es una opción superflua. Es, en Cristo, ya un hecho, algo dado. Al mismo tiempo es un mandamiento: «¡Sean uno!» Estamos llamados a ser uno como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno y nunca debemos cansarnos de esforzarnos hasta el día cuando los cristianos en todo lugar puedan juntarse para compartir el solo Pan y la sola Copa»
“El hecho que podamos decidir juntos hacer misión será una señal de la derrota de Satanás, evidencia de la unidad y de la cooperación global. El hecho de que lo hagamos juntos con nuestras diferencias de culturas, de riqueza, de trasfondo; requerirá la ayuda del Espíritu Santo y una disponibilidad de sacrificar lo nuestro para el bien de su misión. Somos de diferentes países desafiados a ser ciudadanos del cielo (Filipenses 3.20); se nos recuerda que tenemos un futuro en común y una misma identidad”
Desarrollemos una mayor y real comprensión de la unidad del pueblo de Dios, una mayor participación en el movimiento misionero mundial, compartiendo los desafíos globales en una acción integral del evangelio; una sincera búsqueda de modelos cooperativos; y entender a la misión como un proceso que involucra a toda la iglesia.
La presente condición del mundo está marcada por el sufrimiento (Romanos 8.19-22). Nosotros ahora estamos siendo llamados a participar de sus padecimientos (Filipenses 1.29, Filipenses 3.10, Colosenses 1.24, 1Pedro 4.12-19). Crezcamos en el testimonio basado en la unidad en Cristo, llamando a todos a participar en la misión de Dios.